En el dia de hoy, hay una noticia planetaria y es la entrega de los Oscar, la alfombra roja está ya lista para que las estrellas más rutilantes desfilen, siendo la admiración y la envidia de nosotros los mortales, que no pertenecemos a esta floreciente industria, estarán los diseñadores expectantes porque se luzcan las más lujosas y costosas prendas, habrá derroche de dinero, de fama y de poder.
No imaginaron los hermanos Lumiere en 1895 que habían abierto la caja de pandora, con el nuevo invento de proyectar imágenes en movimiento, no se dimensionó hasta donde llegaría la industria del cine, una verdadera fábrica de ilusiones, con producciones que van dirigidas a toda clase de publico: el culto, el iletrado, el místico, el político, el infantil, el sagaz o simplemente el que va al cine con el genuino deseo de pasar un buen rato.
En los albores del cine, varias actrices hicieron suspirar con su belleza y talento, sobre todo este último porque el cine era mudo, algunas de ellas, como Pola Negri cautivaron con su enigmática belleza, Mary Pickford la deliciosa rubia iluminó todos los hogares de Estados Unidos, Charles Chaplin no fue un galán, pero hoy sus películas que son obras de arte, nos divierten con su torpeza y nos conmueven con sus historias, Rodolfo Valentino hipnotizó a las mujeres que se preguntaban porque sus amantes no eran tan atractivos. Con el advenimiento del sonido nuevas estrellas iluminaron el firmamento, la inolvidable Marilyn Monroe cuya belleza la condujo a la fatalidad y a la inmortalidad, el inteligente Orson Welles, el romántico Marcello Mastroianni, el rebelde Marlon Brando, entre otros y sin agotar la lista.
Hoy la industria del cine tiene nuevas estrellas, hay otros parámetros para entrarlas al celuloide, quizás ya no se necesite tanto talento, eso si se requiere que se amolde al estereotipo de belleza, los galanes exhiben músculos trabajados en los gimnasios, rudos son, temerarios, tal vez ya no aboguen por nobles causas, pero los héroes son los que solos sin ayuda de nadie, con armas potentes acaban con los malos, villanos que van cambiando de nacionalidad según la época y claro está, los intereses económicos. En todo caso una buena película es un disfrute barato, compartirlo con quien se quiere es bueno, solo o sola admirarla también, un buen cine nos sumerge en un recodo de la imaginación que nos hace más placentera la existencia.
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