El señor OSAMU TANIZAKI estaba sentando en las escalinatas
del Banco Sumitomo en la encantadora Hiroshima, las noticias prometían el fin
de una guerra ominosa, ya cesaría la muerte en su conquista empecinada de
nuevas almas, prometía el día buenas noticias, había que escuchar la radio
y el optimismo rodeaba a la ciudad que tranquilamente se despertaba.
De pronto una luz enceguecedora que el cerebro no podía dilucidar, un calor infernal
iluminó y rodeo el cielo, bajò a la ciudad como un cruento ángel de la muerte, en
ese lunes 6 de agosto de 1945 a las 815 de la mañana vaporizó al señor OSAMU y
a cuarenta mil almas que estaban en un
radio de 10 kilómetros, en ese instante eterno y demencial nadie imaginó
que 600 metros arriba de sus cabezas había detonado Little Boy primera bomba atómica sobre una
ciudad y que desapareció en un segundo
miles de vidas,
Los que se vaporizaron
en este halo apocalíptico, no sufrieron
porque no se dieron cuenta que murieron,
otros días, meses después y hasta años
más tarde miles fueron apagándose lentamente con terribles secuelas por las
quemaduras radioactivas.
Este relato es real, no sé si el hombre sentado en las
escalinatas del banco Sumitomo se
llamaba OSAMU, pero si es cierto que allí estuvo sentado un humano porque quedo
su sombra en esas escaleras, también quedaron otras sombras fantasmales sobre el asfalto, de caminantes que se evaporaron en un
instante.
El 9 de agosto otra vez el ángel de la muerte tocó a Nagasaki
estela de destrucción dejo y el mundo aterrado fue el espectador de lo que
puede repetirse como una hecatombe nuclear.
¿Porque ahora se habla en las noticias de estas tragedias si
todavía no es su aniversario?
Todos sabemos en esta aldea globalizada, que OBAMA se
encuentra en Japón en la martirizada Hiroshima y que un antecesor Harry Truman
fue quien dio la orden de lanzar estas
armas letales, con ellas se rindió el
imperio del sol naciente y con ello término esa pesadilla de la segunda guerra
mundial
¿Qué sigue?
cnn.com |
Los líderes de las potencias se han reunido para pactar límites
a las armas nucleares, pero el asunto no es tan simplista, ya que la lógica
armamentista, si se puede llamar así, responde a intereses y políticas que van más
allá de las buenas intenciones de los gobernantes, a veces ellos son unas
fichas de un ajedrez macabro, porque
repito lo mismo, la lógica del poder responde a que hayan más armas, sea con propósitos
defensivos intimidatorios, de hegemonía, de subyugación de satisfacer la
vanidad del más fuerte.
Cálculos modestos consideran que en lo profundo de nuestra
madre tierra hay enterradas unas 15600 cabezas nucleares, siendo quien más
posee Estados Unidos, pero Rusia no se queda atrás y China el gigante asiático
muestra su apetito por tenerlas y que decir en países donde hay pobreza
galopante en su población como India Y Pakistán y no olvidemos a Corea del
Norte por favor.
Científicos han recreado
por computador que sucedería si países que no tienen los mayores arsenales entraron
en una guerra demencial y explotaran sus cabezas nucleares.
El resultado sería más desastroso que las bombas lanzadas en
Hiroshima y Nagasaki, (èstas son más potentes) la capa de ozono se deterioraría gravemente,
un invierno global determinaría una gran hambruna, talvez más de dos mil
millones de personas no sobrevivan (quizás más) el carbón negro que quedaría n
la atmósfera caería en una letal lluvia.
La tierra tardaría décadas en reponerse.
No todo está perdido depende de la voluntad política de las
grandes potencias vaciar a la tierra de estas mortales ojivas, porque aun con las
más loables intenciones, la energía nuclear destruye la naturaleza, mata al
hombre, no es sino ver los desastres de Chernobyl y Fukushima son un ejemplo de
esta caja de pandora que se abrió con esta
potente arma en poder de los humanos.
Pero aún queda la incertidumbre de las fuerzas de la
naturaleza, calcular su potencia es imposible, la madre tierra se sacude con
violencia, vomita fuego como si quisiera deshacerse de esta carga espantosa que
yace en su vientre, el océano barre sin
compasión lo que encuentra, fuerzas cósmicas amenazan al planeta y bueno ¿Los
humanos dónde quedan?
Hay grupos de terror que quisieran borrar a occidente así se
inmolen ellos, hay gobernantes que tienen el poder de sellar la suerte de la
humanidad ¿Podemos confiar en la sanidad mental de los poderosos?
Me viene a la mente una de las frases de Carl Sagan: “Vivimos
en una sociedad profundamente dependiente de la ciencia y la tecnología y en la
que nadie sabe de estos temas. Ello constituye una formula segura para el
desastre”
Ansiemos que estas nuevas generaciones sean más sensatas, que
protejan y amen la tierra, que sus ansias de poder no las impulsen, al fin y al cabo el poder se disuelve de manera inexorable en
la arena de los tiempos, que sea su
cometido trascender y propender por una humanidad más justa, igualitaria, más
ética y menos utilitarista, más espiritual y con menos ansias banales de
supremacías, imperios e individualidades que a la postre desaparecen, si se nos
ha olvidado, la historia nos lo recuerda.