domingo, 6 de marzo de 2016

EL VIAJE AL INTERIOR ES EL MAS LARGO.

El hombre siempre sintió la curiosidad de saber su futuro, por ello en la antigua Grecia al pie del monte Parnaso se encontraba el oráculo de Delfos, allí estaba una vieja sacerdotisa llamada Pitia acompañada de un profeta, la mujer  masticaba unas hojas de laurel y las espolvoreaba y entraba en trance para comunicarse con el dios apolo y si las respuestas no eran entendidas el profeta se encargaba de interpretarlas. 

Dueño de su afán aventurero, el conquistador exploró varios territorios y los destruyó o sometió bajo su yugo, su interés  giraba en torno al conocimiento del futuro y los augures se lo vaticinaban. Los discípulos del gran maestro Sócrates lo indagaban  y el mentor valiéndose del arte de una fina ironía  no les respondía, sino que les preguntaba a su vez, forzando a que sus interlocutores se adentraran en su interior y una vez allí se daban cuenta de su profunda ignorancia, lo que los impulsaba a buscar la verdad, este método era el de la mayéutica, algunos lo denominaron el método Socrático. En todo caso, faltaba el viaje mas decisivo para el ser humano, el mismo que se desarrolla en solitario y es hacia su interior. 


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El pensamiento filosófico giraba en torno a las esencias, las formas, el mundo, las ideas, el devenir, el espíritu, el todo,  el fenómeno .....De pronto, unos siglos después surgió una nueva corriente, aflora  el existencialismo, que ya tomaba al hombre inmerso en su existencia. El padre de esta corriente Soeren Kierkegaad  siente angustia con esta dialéctica que desde su misma libertad le corresponde al hombre y posteriormente Carl Jung continuador de su maestro Freud vuelca la mirada hacia el interior, suya es la frase: " quien mira hacia afuera sueña, quien mira hacia adentro despierta" y comienza la gran odisea, el viaje hacia el interior, se llama introspección, en este periplo la persona analiza sus propias experiencias. 

Y sostengo que es una odisea, tan personal, tan única que ni el mejor psiquiatra nos puede acompañar, estamos tan distraídos con el mundo exterior, que se nos olvida adentrarnos a nuestros aposentos, quizás encontraremos demonios o ángeles, debilidades o fortalezas, temores, el miedo a lo desconocido nos hará cerrar las puertas, pero es necesario realizar periódicamente estos viajes para explorar y encontrar que aun en los momentos mas aciagos, hallaremos fuerzas insospechadas para continuar nuestra existencia en los avatares y prisas del mundo exterior.    




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