La tierra tiembla constantemente, según los expertos unos
20.000 sismos de menor intensidad hay en el año, de ellos unos 16 serán
terremotos que producirán devastaciones.
En la antigüedad se creía que estos movimientos procedían de
la ira de los dioses y por ello era imposible escapar de su destrucción, para
los Griegos era el malhumorado Hades que desde las profundidades mostraba su
enojo, los Escandinavos pensaban que era el dios Loki quien con sus gritos perturbaba
la paz de los mortales, los Egipcios consideraban que la furia de Osiris
desplegaba tal energía y así sucesivamente cada cultura, cada religión ofrecía
explicaciones mágico religiosas.
Unos filósofos Griegos de la ciudad de Mileto ( lugar cerca de Turquía)
en el año 585 a.c se apartaron de las creencias populares y es así que Tales, Anaxímenes
y Anaximandro que fueron estos personajes, comenzaron a explicar que los fenómenos
procedían de las fuerzas de la naturaleza, para nada intervenían iras divinas.
Pasaron siglos en que la ciencia fue acallada por aviesos
oscurantistas que creían que desligar la explicación de los fenómenos naturales
de los dioses o de un dios era inconveniente, pecaminoso, incluso muchos fueron
a las hogueras por herejes cuando pretendieron separar ciencia y religión.
Pero estamos en el siglo XXI más adelantados, con mayor tecnología,
descubriendo el universo, aprovechándonos de todos los recursos naturales y dominando
el planeta, con todas las respuestas y con la ciencia definitivamente separada
de los dogmas religiosos y sin embargo seguimos indefensos ante estas fuerzas
descomunales, nos sentimos indefensos a pesar de que ya entendemos las causas. ¿Qué
hacer?
Sabemos que hay una serie de placas en la corteza terrestre,
la tierra en el interior es líquida y estas placas cuando chocan entre sí,
despliegan una energía de magnitudes irresistibles.
Es decir desde el origen de este planeta estas fuerzas nos amenazan desde el mismo interior, con toda
la ciencia a disposición no es posible predecirlos, pero si hay numerosas
inquietudes que tienen algún asidero científico.
Se ha hablado del fracking cuya técnica para extraer petróleo
consiste en horadar e inyectar grandes cantidades de gas y agua en el subsuelo
a unos 3000 metros de profundidad para extender estas mangueras 3000 metros más
a los lados, no son especulaciones, ya que algunos científicos han examinado
como se ha aumentado la actividad sísmica en los Estados de Arkansas, Texas y Oklahoma
entre otros que desarrollan esta actividad torturadora para la madre tierra.
No escapan al escrutinio las explosiones nucleares, el cambio
climático, la incesante actividad del hombre que erosiona, destruye, horada,
explota y depreda el medio ambiente son otras de las explicaciones de este
brusco despertar de la tierra.
Lo cierto es que el humano es frágil, en extremo vulnerable cuando
se despliega esta fuerza descomunal, actividad que en este mes de abril se ha
aumentado creando desconcierto en los expertos, pues tanto en Japón como en
Ecuador, con pocos días de diferencias han habido terremotos, siendo que los
dos se encuentran en placas diferentes, porque en Ecuador chocaron la placa de
Nazca y la de Sudamérica y Japón se asienta sobre la gran placa Euroasiática.
Será que el humano reflexiona y deja de martirizar su casa
que es la única habitable en este universo lejano y ajeno, en todo caso,
debemos refugiarnos en ciertas intervenciones de un ser trascendente, sea la denominación
que nuestra fe le conceda, porque lo cierto es que en medio de las tragedias han
habido hechos inexplicables de supervivencia que algunos catalogan como verdaderos
milagros.
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