Dice el mito que los juegos olímpicos fueron creados por Hércules,
muchas leyendas se tejieron acerca de su origen, una de ellas fue que el héroe quiso
celebrar su victoria sobre los titanes, otra relata que era para cerrar con broche de oro el
haber realizado exitosamente los doce trabajos que le impuso el Rey Euristeo y
nada cansado quiso dar las gracias al dios Zeus.
Se tienen noticias por los historiadores de la antigüedad que
las primeras lides fueron en la Grecia Clásica hace tres mil años y se
celebraban en la ciudad de Olimpia en honor al dios Zeus.
Se sabe que en el Siglo IV varios eventos deportivos se realizaban en Roma. Los juegos se llamaban agones,
palabra que significa lucha entre dos adversarios y es el origen de la
palabra agonía que quiere enfrentamiento entre la vida y la muerte.
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Este 6 de abril se conmemoran
120 años de los juegos olímpicos modernos, gracias a la idea de Pierre de Coubertin gran humanista francés
quien resolvió realizar varios viajes al extranjero para ver que ideas le aportaban para la educación de la juventud. Su fuente de
inspiración fue en Grecia donde un equipo de arqueólogos había encontrado unos
edificios asociados a los juegos olímpicos y es así que quiso revivir estas competencias y tras
muchos tropiezos en julio de 1896 se celebraron en Grecia los primeros juegos
olímpicos.
En los albores, los criterios de selección deportiva eran prácticamente
inexistentes, por ello cuando se celebraron estas justas en Londres en 1908 ya
se propuso una rigurosa reglamentación. Sin embargo estas justas encontraron
una brutal suspensión originada por la primera guerra mundial, superada esta catástrofe
prosiguieron con la VII olimpiada en
Amberes en 1920
En 1936 se realizó la XI olimpiada en Berlín, el encuentro
estaba organizado por la Alemania nazi y Hitler, la comunidad internacional estableció
un boicot para que las naciones no participaran, pero esto no funcionó, más bien estos juegos fueron aprovechados para
expandir los mitos de la superioridad de la raza aria, a pesar de esa
orientación fueron exitosos y miles de atletas participaron en ellos. Destaca,
que a pesar del tinte racista Jesse Owens
atleta negro estadounidense conquistó tres medallas de oro, sin embargo Alemania
superó a Estados Unidos.
Pero lo que era una justa deportiva reclamó su cuota de
sangre en la XX olimpiada en Munich cuando ocurrió la masacre conocida como septiembre
negro, en la madrugada del 5 de septiembre de 1972 en la villa olímpica, un
comando palestino mató a dos entrenadores, y mantuvo a nueve rehenes judíos, todos murieron
en el enfrentamiento que se dio con la policía ya que la primera ministra de Israel
Golda Meier no accedió a las pretensiones de los terroristas de liberar a 200
palestinos que habían en cárceles. Meses después el Mossad se encargó de ajusticiar
a todos los que organizaron el ataque, de ello hay una magnífica película “
Munich”
El mundo se apresta para la XXXI olimpiada en un convulsionado Brasil cuya economía se ha ralentizado desde
hace algunos años, ha aumentado la pobreza y el caos político se ha apoderado
hace meses con un ferviente descontento popular.
No obstante este nada prometedor panorama, el mundo estará maravillado
en Rio de Janeiro, sus playas, sus bellas mujeres, el paisaje, los cuerpos
bronceados y bien formados de los
atletas es lo que solo se destacara en todos los medios de comunicación. Pero
es en esta urbe donde las favelas emergen como un oscuro recordatorio y con un grito
de angustia, que los gobernantes insisten en acallar o ignorar, ya que en esas estrechas y empinadas calles hay
marginalidad, miseria, narcotráfico y total ausencia del Estado, por lo que
para muchos de sus habitantes el derroche que allí habrá será más una afrenta
que motivo de orgullo.
En todo caso, veremos los que somos menos afortunados, las
olimpiadas por televisión y desearemos que sigan estas justas internacionales,
con menos ostentación de riqueza y despilfarro, con más espectáculos de gracia, empuje, fuerza
y competencia leal y claro está, más inclusión social, porque sigo creyendo que
un deporte limpio, alejado de prebendas, de codiciosos dirigentes, de negocios
torticeros y nada limpios, es la mejor propuesta para una nación ya que aleja a
las nuevas generaciones de vicios insanos y contribuye al rescate de todo lo bueno que tiene el ser humano, que es el afán de
superar cada vez más retos.
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