jueves, 28 de enero de 2016

EL LABERINTO

Poseidón dios del mar, entregó a Minos, Rey de Creta, un toro blanco llamado también Minos, para ofrecerlo en sacrificio en su honor; En vez de sacrificarlo, el Rey, lo conservó, por lo que el dios se enojó, y como castigo hizo que la esposa del monarca se enamorara del toro, de esa unión nació el minotauro, con un voraz apetito de carne humana. El Rey Egeo fue vencido en una batalla por el Rey Minos, y en compensación debía mandar cada año 14 jóvenes para alimentar al minotauro que se encontraba recluido en un laberinto del que era imposible salir. Teseo hijo de Egeo fue en calidad de víctima, para matar al minotauro, pero la hija de Minos, Ariadna se enamoró de él, y le dió un ovillo de hilo, para que ha medida que fuera entrando al laberinto este se desenrrollara y así le señalara el camino de regreso.



Nosotros, igual que Teseo, encontramos muchos caminos entrecruzados, la existencia no nos ofrece soluciones fáciles, dilemas nos perturban en todo momento, dudas nos confunden, y muchas veces al entrar al laberinto, no tenemos una Ariadna que nos brinde las señales para regresar, algunos se quedan perdidos toda la vida en el laberinto, otros salen por intuición.

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